lunes, 30 de abril de 2012

Al fin y al cabo, soy igual que todas.


Admito que soy de esas de las que nunca se olvidan de lo que esa persona a la que tanto quieren les dice, por mucho que sea una estúpidez; de esas que no es capaz de aguantar un solo día sin sonreír, aunque esa sonrisa sea tan pequeña que nadie sea capaz de percibirla; de las que no puede vivir sin sus amigas; de esas que siempre está llorando aunque no tenga ningún motivo para hacerlo, simplemente me libera llorar; de esas adictas al chocolate que se pasarían horas y horas comiéndose una tableta tras otra; de las que no sorportan esperar pero que si no hay más remedio, y vale la pena, lo hacen.
Que soy de esa clase de chicas que comenten un error, le rectifican y se pasan meses para enmendarle y a la mínima de cambio le vuelven a cometer; de esas que por mucho que estén enfadadas con alguien, nunca dejarán de estar a su lado cuando lo necesiten; de esas que aunque parece que te odian, en el fondo no lo hacen; de las que se derrumban con la más mínima tontería; de las que no paran de escuchar una canción hasta que la oyen en su cabeza aunque no esté sonando.
Soy de esas de las que lo más importante que han aprendido, es a reírse de sus propios errores.


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